La Ermita de la Virgen del Espino es un edificio no muy grande. La fecha de realización de este recinto no se puede establecer con exactitud ya que en los documentos no se han encontrado datos al respecto. No obstante, por sus rasgos arquitectónicos, se puede considerar una construcción mudéjar, probablemente del siglo XV. En este sentido, sigue la línea de algunas otras iglesias y ermitas de la Sierra Norte.

Posteriormente, en el siglo XVIII, la ermita experimentó algunas reformas y ampliaciones que modificaron en cierta medida, su estructura siguiendo la línea del estilo artístico que se estaba desarrollando en esos momentos: el barroco. Si se observa la planta, se puede comprobar que la ermita está formada por una sola nave, constituida por varios tramos separados por tres arcos transversales de forma apuntada.

En la cabecera cuenta con una capilla mayor de planta cuadrada e independiente. Se completa la planta de esta pequeña iglesia con una serie de dependencias que se abren en el muro de la Epístola.

El tipo de cubierta adoptada en el recinto cambia al pasar de la única y principal nave a la capilla mayor. el cuerpo principal esta ubicado de madera y ladrillos, adoptando la forma de doble vertiente.

Por el contrario, la capilla lleva una bóveda semiesférica, una especie de media naranja, que termina en una linterna. Esta ultima es consecuencia de las reformas que la ermita experimento en el barroco.

Respecto a las portadas, la principal está situada a los pies de la iglesia. Adopta la forma de portada adintelada, enmarcada por pilastras y rematada por un frontón; en el tímpano se ha abierto una pequeña ventana. Cronológicamente, dicha portada corresponde al siglo XVIII, cuando la ermita experimentó varias reformas. Sobre la fachada de los pies se colocó una espadaña como culminación.

 

En el muro derecho, casi oculta por varias dependencias, se sitúa otra portada que probablemente corresponde a la primera fase de construcción del recinto, la fase mudéjar, en el siglo XV.

No menos interesante que la ermita es el atrio que precede a la fachada principal. Destaca en él como elemento artístico y decorativo un crucero de la primera mitad del siglo XVI.

A continuación serán estudiadas las obras mas notables que se distribuyen por este pequeño recinto que constituye la ermita de la Virgen del Espino.

El presbiterio está separado de la nave principal de la ermita por una reja que data del año 1961 según la fecha que en ella aparece.

En el muro lateral izquierdo se encuentra situada una pintura en la que se representa la Huida a Egipto, fechada en el siglo XVIII. Por otra parte, en el muro derecho se dispone otra pintura del mismo siglo que la anterior; se trata de un lienzo con la imagen del Ecce Homo, probablemente copia de una obra de Tiziano.

El retablo mayor data, de acuerdo con sus características, del siglo XVII. Es un retablo dorado, presidido por la imagen de la Virgen del Espino. Tiene una estructura constituida por un banco, un cuerpo de tres calles, enmarcadas por columnas salomónicas, y un ático. El retablo venia siendo atribuido a Juan de Oviedo, aunque existen bastantes dudas al respecto como para atribuir dicho retablo al citado escultor.

Hay que tener presente que la necesidad de un retablo para la imagen de la  Virgen se venia detectando ya desde finales del siglo XVI. En noviembre de 1592, el visitador general del Arzobispado de Sevilla, con ocasión de una visita a El Pedroso, ordenó en su mandato de vista la realización de un retablo que cobijara dicha imagen.

El retablo, al parecer fue encargado a Juan de Oviedo. Sin embargo transcurrieron algunos años en los que se sucedieron una serie de problemas que provocaron el retraso en la realización e instalación del retablo. Ante la inexistencia de documentación, no es posible asegurar que el retablo que se encuentra ubicado en el altar mayor corresponda al que se encargó al escultor Juan de Oviedo, a pesar de encuadrarlo, por sus características, en el Barroco del siglo XVIII.

En las otras dos calles se sitúan las esculturas de San Francisco de Asís y de Santa Bárbara.

La imagen de la Virgen del Espino está representada sosteniendo al Niño Jesús en una de sus manos, mientras en la otra lleva el cetro en su papel de titular y patrona de El Pedroso. Tanto la Virgen como el Niño aparecen coronados. La corona de la Virgen está decorada con estrellas. Toda la imagen está rodeada por una aureola en plata sobredorada de la que parten rayos, como es usual en este tipo de representaciones marianas.

 

La figura del Niño se encuentra en actitud de bendecir con una de sus manos; en la otra sostiene la bola simbolizando su papel rector de los destinos del mundo.

En la calle de la izquierda encontramos la representación de San Francisco de Asís, fundador de la Orden de los Frailes Menores de Asís (Italia). El habito es de color oscuro, terroso, característico de la Orden; lleva capuchón largo del mismo color y cordón nudoso ceñido al cuerpo. Su figura simboliza la de un hombre joven y barbado; como atributo porta una cruz en una de sus manos.

En la calle de la derecha se encuentra la escultura de Santa Bárbara. Era doncella de Nicomedia, que fue encerrada por su padre en una torre y después de varios tormentos acabó siendo decapitada. Está vestida con la túnica de las doncellas romanas, envuelta ademas en un manto. Como atributo personal porta una torre en uno de sus brazos.

Se completa el conjunto del retablo con la representación del Crucificado, situado en el ático y fechado, al igual que el retablo en el siglo XVII. Está clavado en la cruz mediante tres clavos. Sus brazos no siguen una línea horizontal sino que cuelgan de la cruz como si fueran arrastrados por el resto del cuerpo. Es un Cristo muerto, con el rostro inclinado hacia uno de los lados. En general, sigue el estilo de los crucificados barrocos, particularmente los que se esculpen para los retablos de la época.

 

El presbiterio está igualmente decorado con una serie de escalones para los que se ha utilizado como motivo ornamental una serie de azulejos, cuya fecha de realización se sitúa en el siglo XVIII. Los azulejos aparecen adornados con temas diversos. En este siglo existen en la Península diversos centros dedicados a la producción de cerámicas, algunos de ellos tienen personalidad propia,  si bien otros siguen los modelos extranjeros, como puede ser el caso que nos ocupa.

 

En todos ellos se utiliza como componente decorativo elementos geométricos o florales. Ninguno de estos motivos ornamentales son exclusivos de cada azulejo, sino que se van repitiendo a lo largo de la serie.

A lo largo de este muro encontramos obras interesantes. Este es el caso de la pintura donde se representas las Animas del Purgatorio. Es un lienzo que pertenece al siglo XVIII. Posteriormente experimentó ciertas reformas y restauraciones. El lienzo se sitúa en el muro del Evangelio, en la parte de los pies.

En este mismo muro, en la parte de la cabecera, se encuentra situada una escultura de San Benito. Está realizada en madera policromada y es de tamaño algo menor que el natural. Ha sido fechada hacia mediados del siglo XVII. San Benito es de origen italiano; fue abade y fundador de la Orden que lleva su nombre. En esta imagen representado con el hábito de su Orden en color terroso. Aparece aun joven, imberbe y con ancha tonsura monacal. Lleva como atributos el báculo abacial y el libro de su Regla.

 

Para contemplar las obras de esta parte de la ermita hay que hacer referencia al lienzo de la Asunción situado sobre el arco que da acceso al presbiterio; está fechado también en el siglo XVIII, al igual que la pintura comentada anteriormente. Su estilo enlaza con el que se manifiesta en el lienzo de Las Animas.

La composición es netamente barroca y se desarrolla en dos momentos, a semejanza del cuadro comentado. En la parte superior está representada la Virgen triunfante; correspondiente a la parte celestial. En la parte inferior se encuentran representados, todos lo que, en la tierra, asisten al acontecimiento trascendental.

 

Sus características siguen la línea de la pintura andaluza y Sevillana de los siglos XVII y XVIII. Una de esas esculturas representa a San Nicolás y pertenece cronológicamente al siglo XVIII. Fue obispo de Bari y como tal aparece vestido. Porta además un libro en la mano. A sus pies se encuentra un niño en una especie de pozo, en recuerdo de haberlo salvado milagrosamente. Al lado de esta figura se encuentra la imagen de San Cristóbal, que pertenece a mediados del siglo XVII y su nombre significa "el que lleva a Cristo", parece que el santo murió en una persecución contra los cristianos a mediados del siglo III. Se le ha representado descalzo, caminando y lleva al Niño sobre el hombro y porta un bastón en la mano derecha; el bastón termina en un tallo de palmera.

La ultima de las figuras simboliza a San José y pertenece al siglo XVIII.

Ya casi a los pies de la iglesia se sitúa, un lienzo de grandes dimensiones representando  la Virgen del Espino, firmado por Juan Bautista Olivos en el año 1889.

Finalmente hay que señalar la existencia de otra serie de lienzos que forman parte de un apostolado. Su fecha de ejecución se centra en el siglo XVIII.

 


ERMITA DEL CRISTO DE LA MISERICORDIA Y VIRGEN  DE LOS DOLORES

 

Está ubicada en el emplazamiento del antiguo Hospital de la Misericordia. La ermita del Cristo de la Misericordia, fue en sus orígenes un edificio mudéjar. No obstante ha experimentado importantes transformaciones a lo largo del siglo XIX y XX.

Las dimensiones del edificio son bastante pequeñas. Se configura como una iglesia rectangular, constituida por dos tramos.

Ambos tramos están separados por un arco triunfal apuntado; cada uno de ellos lleva un tipo distinto de cubierta.

El primer tramo, que vendría a ser la nave principal, lleva cubierta adintelada. El segundo tramo constituye la capilla mayor y está cubierto por una bóveda vaida.

La construcción cuenta con una sola portada al exterior. Esta abierta en el muro de la Epístola, en la parte de los pies. Aparece enmarcada por un alfiz y rematada por una cornisa volada.

En el muro del Evangelio existe otra portada que da acceso a varias dependencias.

 

En el presbiterio, en su parte central, se encuentra un retablo hornacina dorado, con una decoración de hojarasca, que data de mediados del siglo XVII. Este retablo sirve de marco a una escultura del Crucificado fechada a finales del siglo XVI.

En ella se presenta la imagen del Cristo muerto. Esta sobre una cruz con tres clavos y lleva el pie derecho sobre el izquierdo. Su cabeza está inclinado hacia el lado derecho. Tiene una larga cabellera que le cae sobre los hombros. Los labios y los ojos están cerrados como señal de la muerte. Se le ha representado con una herida en el costado derecho. El paño de pureza queda anudado en el costado izquierdo formando una serie de pliegues. Es una bella imagen que anuncia el barroquismo del siglo XVII.

En uno de los laterales del presbiterio se sitúa otro retablo hornacina enmarcado por estípites, que acoge la imagen de vestir de la Virgen de los Dolores, encuadrada en el siglo XVIII. En consonancia con las características de la imagineria de esos momentos.

Perteneciente a la Ermita del Cristo  existen otras obras que después de las últimas reformas, han sido ubicadas en otro lugar. Tal es el caso de una imagen de San Blas, obra del siglo XVII. A los momentos finales del siglo XVII pertenece también una escultura del Niño Jesús.

Para terminar el comentario general del recinto habría que hacer referencia a una serie de lienzos que se distribuyen por este pequeño espacio y que tienen como motivos temáticos la representación del Ecce homo, la Virgen Maria y la Inmaculada, entre otros.

   


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